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Hoy hace 34 años del fallecimiento del Poeta, novelista y periodista Miguel Otero Silva, catalogado como uno de los máximos exponentes de la literatura social en Venezuela.
Otero Silva fue director del diario El Nacional, periódico fundado por su padre Henrique Otero Vizcarrondo, a través de allí fue ganando las habilidades para crear un gran repertorio de entrevistas, noticias, reportajes y crónicas, además de darle el impulso el género de la mancheta en Venezuela.
Miguel Otero fue Individuo de Número de la Academia Nacional de la Lengua; coleccionista, crítico de arte, y promotor de las experiencias culturales, como la creación de la Galería de Arte Nacional.
En el año 1979, recibió el Premio Lenin de la Paz, equivalente soviético del Premio Nobel de la Paz, siendo así el único venezolano en haberlo recibido.
Entre sus novelas más características se encuentran:
Fiebre, publicada por Editorial Elite en el año 1939.
El tema de la novela son las luchas estudiantiles de la Generación del 28 durante el gobierno de Juan Vicente Gómez.
Casas Muertas, publicada por Editorial Losada, en el año 1955.
La novela es de una descripción del declive de Ortiz, un pueblo en los llanos centrales del país, debido a las continuas muertes por severas epidemias de paludismo y la emigración de sus habitantes hacia las grandes ciudades y las zonas de producción petrolera.
Oficina Nº 1 (1961)
La muerte de Honorio (1963)
Cuando quiero llorar no lloro (1970)
Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979)
La piedra que era Cristo (1985)
Por su parte, las obras más se destacadas de Otero Silva en el genero poesía son:
Agua y cauce: poemas revolucionarios (1937)
25 poemas (1942)
Elegía coral a Andrés Eloy Blanco (1959)
La Mar que es el Morir (1965)
Las Celestiales (1965)
Umbral (1966)
Para recordar a este ilustre venezolano te traemos uno de sus más hermosos poemas:
Cuerpo de la mujer
Tántalo, en fugitiva fuente de oro
Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.
Cuerpo de la mujer o mar de oro donde,
amando las manos, no sabemos
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro…
Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.
Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.
