El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pidió el pasado martes a la jerarquía de la Iglesia católica venezolana, no “politizar” las festividades de la Semana Santa, en medio de tensas relaciones entre su gobierno y los prelados.
“Que nadie venga a politizar la Semana Santa (…). Le hago un llamado a la élite de la Iglesia Católica a respetar al pueblo venezolano (…) y al pueblo venezolano a hacerse respetar”, dijo Maduro.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) es dura crítica del gobernante socialista, al considerar que ha conducido al país a su peor crisis, con hiperinflación y aguda escasez de alimentos y medicinas.
El lunes, en un comunicado previo a la Semana Santa, la CEV acusó a Maduro de pretender “implantar un sistema totalitario (…), donde el juego de mantenerse en el poder, a costa del sufrimiento del pueblo, es la consigna”.
“Respeten para que se les respete”, acotó.
Maduro y altos funcionarios acusan a la Iglesia católica venezolana de actuar como “un partido político” de oposición.
La escalada de tensiones alcanzó cotas altas en enero, cuando el mandatario pidió a la Fiscalía y al Tribunal Supremo de Justicia investigar al obispo Víctor Hugo Basabe en el marco de la llamada ‘Ley del Odio’, que establece penas de hasta 20 años de cárcel.
Esa ley, que la oposición considera un instrumento para criminalizar la protesta y la disidencia, fue promulgada el año pasado por la oficialista Asamblea Constituyente que rige como suprapoder.
Sin nombrarlo, Maduro se refirió a Basabe, quien había pedido en una celebración religiosa librar al país de “la peste” de la corrupción política.
“Llamó al pueblo chavista peste (…). Vino un diablo con sotana a llamar al enfrentamiento entre venezolanos, a la guerra civil”, dijo entonces el mandatario.