Un ACV sucede cuando se detiene el flujo de sangre hacia una parte del cerebro y no recibe nutrientes ni oxígeno. Dependiendo del tiempo que pase, las células cerebrales pueden morir y causar daño permanente. Por eso la atención inmediata es tan importante a cualquier edad.
En la infancia afecta entre 3 y 6 de cada 100.000 niños y niñas‘, indicó el centro de salud pediátrico en un comunicado. En ese sentido, advirtió que es clave detectar los síntomas de la enfermedad en la niñez para dar una respuesta rápida en busca de mejorar el pronóstico.
“El ACV en la infancia tiene una prevalencia mayor a los tumores del sistema nervioso central. En el periodo neonatal, la incidencia es más alta: en uno de cada 6.000 recién nacidos ocurre por trombosis de senos venosos cerebrales, y tanto el ACV isquémico como el ACV hemorrágico tienen una prevalencia de uno cada 4.000 recién nacidos”.
En pediatría “casi no existen medidas de prevención primaria porque no tienen los mismos factores de riesgo que los adultos como la hipertensión, el tabaquismo o las dislipemias”.