El acretismo placentario es una enfermedad de la placenta, estrechamente relacionada con placenta previa y cesáreas anteriores, donde parte de ella o toda se inserta más allá de la profundidad permitida dentro de las paredes del útero, algunas veces atravesando sus paredes e invadiendo órganos vecinos, esto a su vez limita su expulsión después de la salida del bebé, produciendo un sangrado masivo de la gestante en el postparto, con alto riesgo para su vida.
Mientras que, el embarazo molar es una alteración en la fecundación que hace que la gestación forme solo una placenta anormal, sin mucho tejido del bebé ya que se fecundó un óvulo sin carga genética de la madre. Puede haber un aborto espontáneo, pero es necesario hacer el diagnóstico temprano, coordinar la delicada evacuación del útero e ingresar en un protocolo especializado de seguimiento, en aras de detectar muy tempranamente una de sus complicaciones como lo es la transformación en una enfermedad maligna.
El obstetra-ginecólogo del GMSP, profesor e investigador de la UCV, con reconocimiento internacional en el campo de enfermedades de la placenta, doctor Rafael Cortes Charry, indicó que “para ambos casos: placenta previa con acretismo placentario y el embarazo molar, en el Grupo Médico Santa Paula (GMSP) contamos con un completo grupo multidisciplinario de profesionales (obstetra ginecólogo, urólogo, hemodinamista, Banco de Sangre, radiólogos intervencionistas, anestesiólogos, intensivistas y neonatólogos, entre otros), que son imprescindibles para atender estos casos, ya que no solo afectan al útero sino también a órganos vecinos e implican grandes riesgos para las gestantes y los fetos”.
Añadió que “estas patologías no son muy comunes, pero ya se han resuelto dos casos en el GMSP y, por ejemplo, en el acretismo placentario, cuando la placenta infiltra la vejiga, necesita ser reparada por el urólogo”.
El doctor Cortes Charry precisó que, en placenta previa con acretismo placentario “lo ideal es que los médicos detecten desde el primero trimestre de la gestación que la placenta está adherida anormalmente, y hacer el respectivo seguimiento durante el embarazo para realizar un procedimiento quirúrgico electivo, programado y no de emergencia, la cual implicaría un mayor peligro”.
El protocolo especializado consiste en realizar una cesárea programada, obteniendo un bebé en las mejores condiciones, seguida de la extirpación del útero (histerectomía post cesárea), con un desenlace satisfactorio para la mamá y su hijo. Señaló que “solo algunas veces la conservación del útero puede ser posible, pero en una cirugía electiva”.
En el embarazo molar “uno de los mayores riesgos es que se puede producir un aborto espontáneo con riesgo de sangrado, por lo que un diagnóstico oportuno y la limpieza del útero bajo las técnicas adecuadas no convencionales disminuyen las complicaciones. Así mismo, algunas pacientes (30 %) ameritan un seguimiento especializado para detectar precozmente el desarrollo de cáncer o neoplasia trofoblástica gestacional (coriocarcinoma)”. Enfatizó que la baja incidencia del embarazo molar (1 por mil embarazos) no lo hace menos peligroso, “muchas veces recibimos pacientes complicadas, porque no han sido tratadas adecuadamente”.