El robo de identidad de niños es más común de lo que puedes pensar. En los Estados Unidos casi un millón de menores fueron víctimas durante 2022, y cada incidente costó en promedio 1,128 dólares por familia, y mil millones anuales en todo el país. ESET, compañía líder en detección proactiva de amenazas, y explica de qué manera la roban y cómo se puede hacer para protegerlos.
La información personal de niñas y niños tiene una gran demanda entre los ciberdelincuentes. Estos suelen recopilar y luego venderlos en mercados y foros de la dark web, para que los estafadores los utilicen. Una vez que los compran, los estafadores la utilizan para muchos de los mismos fines que la información de los adultos:
Abrir cuentas bancarias para usarlas en lavado de dinero y estafas.
Abrir nuevas cuentas de tarjetas de crédito para acumular deudas.
Obtener beneficios y préstamos o planes de asistencia social.
“Parte del atractivo de los datos de menores es que los niños generalmente no tienen malas calificaciones crediticias y el estafador puede estar más seguro de que los datos no serán bloqueados por bancos o agencias gubernamentales. Además, es poco probable que los niños revisen regularmente su cuenta bancaria o informes crediticios; las estafas pueden pasar desapercibidas durante años.”, explica Camilo Gutiérrez Amaya, Jefe del Laboratorio de ESET Latinoamérica.
Los métodos para obtener estos datos son similares a los utilizados para comprometer a los adultos.
Incluyen:
Phishing por correo electrónico, redes sociales o incluso mensajes de texto: Las personas son atraídas a hacer clic en enlaces maliciosos, potencialmente instalando malware que roba información, o bien engañadas para que entreguen sus datos personales para participar, por ejemplo, en sorteos inexistentes o para obtener otro tipo de beneficio que resulta ser un engaño para lograr el objetivo de obtención de los datos.
Infracciones de terceros: Aproximadamente 7 millones de niños estadounidenses, o 1 de cada 43, tuvieron su información personal expuesta y potencialmente comprometida a través de una violación de datos el año pasado.
Adquisición de cuentas: los juegos, las redes sociales e incluso las cuentas de aprendizaje en línea pueden ser valiosos tesoros de información de identidad. Pueden verse comprometidos a través de ataques de phishing, desciframiento / adivinación de contraseñas de fuerza bruta y otras técnicas.
Compartir en exceso en las redes sociales: Los padres pueden ser tan culpables como sus hijos/as de compartir demasiada información personal a través de cuentas sociales. Incluso las fechas de nacimiento y los detalles sobre su escolarización pueden convertirse en armas en estafas de seguimiento diseñadas para obtener más información.
Miembros de la familia: El fraude familiar es sorprendentemente común. En aproximadamente el 67 % de los hogares que experimentan fraude de identidad infantil, la víctima conocía personalmente al perpetrador. El acceso cercano a documentos confidenciales brinda a estos miembros de la familia la oportunidad perfecta, y la suposición de inocencia significa que el fraude puede pasar desapercibido durante años.
Robo físico: Las viejas formas siguen siendo populares, como confiscar documentos de la basura o incluso directamente del correo.
Desde ESET comparten consejos y buenas prácticas para mantener segura la identidad de las infancias:
Evitar compartir demasiado información sobre los menores en las redes sociales.
Monitorear la actividad en las cuentas de los pequeños para detectar movimientos inusuales (banco, teléfono, etc.).
Mantener todas los dispositivos domésticos actualizados, con los últimos parches y software antimalware.
Explicar a los pequeños los peligros de compartir en exceso en las redes sociales: ataques de phishing o robo de identidad.
Limitar la cantidad de cuentas/servicios a los que se inscriben los menores. Ingresar los datos de los adultos, en su lugar.