
No existe ninguna objeción respecto al consumo de leche de vaca en los niños. Se puede incluir dentro de su dieta balanceada y dar, incluso, aunque estén amamantando. Este alimento posee un alto valor biológico que contribuye con su adecuado crecimiento y desarrollo.
Las madres pueden comenzar a darle leche entera a sus hijos a partir de los 12 meses de nacidos, evitando aquellas marcas cuyos componentes tengan azúcar añadida, señaló la doctora Patricia Colomine, médico pediatra.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que, junto con el agua potable y la sal, mejora la cantidad de flúor que necesitan los menores de edad para tener buena salud; por lo tanto, es recomendable cuando se tiene al alcance.
Colomine, explica que después de un año, ofrece ácidos grasos y proteínas que favorecen el crecimiento cerebral del lactante. Los productos derivados como los semi o descremados no se recomiendan como primera opción.
“En los sitios donde no existe una buena nutrición por razones propias de las zonas suburbanas o rurales, es un recurso indispensable. Debido a que contiene lactosa, caseína y grasas, les brinda a los niños con déficit calórico, un excelente producto refrescante. Con tres raciones diarias mejora su condición nutricional y su estado de hidratación”, señaló la pediatra.
Apunta que, la leche entera de vaca solo se excluye en la dieta de pacientes en los que se demuestre intolerancia o alergia a la lactosa, por eso antes de su admisión debe ser conversado con su pediatra de cabecera.
“La lactancia materna no debe ser suspendida como indicación médica, porque el lactante ya es capaz de ingerir leche entera. El destete debe realizarse cuando la mamá y el bebé estén listos para este proceso”, agregó Colomine.
Por naturaleza, la leche contiene vitamina A, B y fósforo. La enriquecida con vitamina D e hierro son una excelente opción. Esa mezcla de componentes ayuda a estimular el sistema inmunológico y fortalece la hemoglobina en los niños pequeños.