Si experimentas nerviosismo constante, inquietud, irritabilidad y dificultad para concentrarte al punto de interferir en tus actividades diarias, es posible que estés lidiando con la ansiedad. Es importante consultar a un profesional de la salud para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
La ansiedad, ese invitado indeseado que a menudo nos llena de inquietud, temor y nerviosismo, afecta a millones de personas en todo el mundo. Pero, ¿sabías que lo que comemos puede influir significativamente para controlarla?.
Según la psicóloga Luzmarina Quirós, parte del equipo multidisciplinario del Dr. Wartan Keklikian, especialista en obesidad y cirugía laparoscópica, la ansiedad es una afección que hace percibir a la persona miedo o terror, preocupación e intranquilidad excesivas. Agrega que existe una línea muy delgada entre estrés y ansiedad.
“La causa del estrés es la presencia real de un factor estresante: una amenaza, una situación difícil de controlar; mientras que la ansiedad es la respuesta emocional de aprehensión, inquietud y desasosiego que permanece a nivel mental y puede producirse en ausencia de un estímulo real”, afirma.
Cuando se vuelve excesiva y persistente, la ansiedad interfiere en nuestra vida diaria.
“En muchas personas produce nerviosismo constante, inquietud, sudoración, irritabilidad, fatiga, alteraciones del sueño y dificultad para concentrarse, incluso cambios en el apetito o trastornos del sueño”.
Conexión entre ansiedad y alimentación
La ansiedad y las ganas de comer tienen una gran conexión, al punto que muchas personas experimentan aumento o disminución del apetito, según sea su respuesta emocional. Esto se debe a que el cuerpo libera ciertas hormonas durante los momentos de angustia como una respuesta fisiológica.
“Alimentos como los azúcares y las grasas, activan un sistema de ‘recompensa’ en el cerebro, pero pueden aumentar los niveles de ansiedad”, apunta Quirós.
Se puede sentir “hambre emocional” o necesidad de comer para intentar calmar la tristeza, la soledad o el aburrimiento. Advierte que la ansiedad puede derivar en depresión, por lo que es importante aprender a identificar cuál es su desencadenante; prestar atención a las señales de hambre y saciedad.
“Practicar algún deporte o hacer ejercicio, salir del entorno cotidiano, aprender a relajarse, conversar con alguien de confianza, son algunas de las formas para contrarrestar los estados de ansiedad”, dice la especialista.
Explica que a través de la alimentación se puede armonizar la biodiversidad de la microbiota intestinal y aportar sustancias que permitan la sana producción de serotonina, con lo cual se modulan también los procesos de estrés y de ansiedad.