
El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por dificultades significativas en la interacción social y la comunicación no verbal, junto con patrones de comportamiento e intereses muy personales e individuales, falta de flexibilidad de pensamiento y comportamiento, sin discapacidad intelectual asociada ni dificultades en aspectos formales del lenguaje.
Se considera que es parte de los trastornos del espectro autista (TEA), y muestra algunas diferencias en comparación con otros tipos de autismo. También puede presentar comorbilidades con otras afecciones como, por ejemplo, la epilepsia.
Con la finalidad de sensibilizar a la sociedad sobre el tema, para mejorar y prestar más atención al mismo y a quienes lo padecen, cada 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del síndrome de Asperger.
Al respecto, el neurólogo del Grupo Médico Santa Paula (GMSP), doctor Óscar González, explicó que el Asperger es considerado desde el 2014 como uno de los TEA, “lo cual ha provocado que dicho padecimiento pierda su autonomía como entidad diagnóstica, tanto en el ámbito clínico como educativo”.
Por su parte, la neuropsicóloga del GMSP, Beatriz Villalobos, afirmó que el Asperger no cuenta con todos los indicadores que caracterizan al autismo, por lo que su consideración como un TEA es una polémica a nivel mundial entre los especialistas. Por ejemplo, quienes tienen Asperger:
Aunque tienen problemas para ajustarse a los ambientes sociales, logran integrarse con menos dificultad.
Se aferran a temas específicos y pueden llegar a ser especialistas en estos.
No tienen un retraso en la adquisición del lenguaje, y su forma de hablar es fluida.
Poseen capacidad para captar las emociones de otras personas, aunque no se abran a ello.