El 13 de junio la Iglesia católica celebra la fiesta de uno de los santos más conocidos y venerados en el mundo, San Antonio de Padua, a quien según la tradición, se le invoca para hallar objetos perdidos, tal tradición se habría originado en un problema que tuvo con un novicio.
Nació en Portugal en 1195 en una familia de la nobleza, se llamaba Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo. A los 25 años adoptó el nombre de Antonio cuando se hizo franciscano a inicios de 1221, participó en Asís del capítulo general de la orden de ese año y más adelante fue enviado a predicar en diversas ciudades, obteniendo un gran éxito en la conversión de los herejes.
Como la gente buscaba estar cerca de él y algunos le arrancaban pedazos de su hábito, se le asignó un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones. En ocasiones predicaba en plazas y mercados. Según, relatan las historias y escritos sobre su vida, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies.
Se trasladó a Padua, donde ya había trabajado anteriormente. Denunció y combatió el vicio de la usura pero poco a poco la salud de San Antonio se fue deteriorando y se retiró a descansar a los bosques. Al sentir que su vida llegaba a su término, pidió regresar a Padua, pero solo llegó hasta los límites de la ciudad.
El 13 de junio de 1231 recibió los últimos sacramentos, entonó un canto a la Virgen y antes de partir a la Casa del Padre, dijo sonriente: “Veo venir a Nuestro Señor”. Fue canonizado sin que haya transcurrido un año de su muerte por el Papa Gregorio IX y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XII.
Una de las anécdotas mas conocidas del santo, es que un hombre lo retó a probar que Jesús estaba en la Eucaristía y dejó sin comer tres días a su mula. Llevó al animal al templo y le mostró pasto fresco, pero la mula prefirió ir con el Santo, que se encontraba al lado con una hostia consagrada, y se arrodilló.
San Antonio de Padua fue el segundo santo más rápidamente canonizado por la Iglesia, luego de haber transcurrido 352 días después de su fallecimiento, es decir el 30 de mayo de 1232, posterior a la canonización de San Pedro Mártir de Verona.