La península del Sinaí, un territorio históricamente marginado por el estado egipcio, se convirtió en un auténtico polvorín después del golpe de Estado de 2013 ejecutado por el actual presidente y entonces ministro de Defensa, Abdelfatá al Sisi.
Los años y las ofensivas militares del Ejército egipcio bajan, pero el conflicto en la península del Sinaí permanece intratable. El último ataque terrorista de envergadura contra las fuerzas de seguridad ha tenido lugar en la madrugada de este miércoles en un puesto de control cerca de la ciudad de Al Arish, la capital de la región septentrional de la península. Según ha informado la televisión pública egipcia, seis soldados y dos policías han fallecido en el ataque, además de cinco militantes. De momento, ningún grupo ha reivindicado la acción, pero todo apunta a Wilaya Sina, la filial local del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).
La información oficial sobre el ataque es muy escasa y, por ejemplo, se desconoce la cifra de heridos. En todo caso, es imposible verificarla porque está prohibida la entrada de periodistas independientes en el Sinaí desde la llegada al poder del régimen del Al Sisi. A menudo, el balance de víctimas de fuentes oficiosas no coincide con el de las fuentes oficiales, que suelen reducir las bajas militares.
En las redes sociales, circulan fotografías de un edificio seriamente dañado, con anchos boquetes en sus paredes, que habría sido utilizado como puesto de control. A su lado, yace una tanqueta del Ejército medio calcinada. Según algunos testimonios, se produjo un intenso combate cuando llegaron a la zona refuerzos del Ejército, que incluyeron aviones militares.